martes, 28 de abril de 2009

Túró Rudi


He tardado en escribir sobre mi producto húngaro favorito: el túró rudi. Es una barrita de requesón cubierta de chocolate. Realmente deliciosa. Hay algunas variedades (y dos tamaños): con mermelada de melocotón o fresa y también con un corazón de chocolate (turo rudi2) que son mis favoritos. El precio va de los 65 a los 130 florines de estos últimos según el tamaño y la especialidad. Lo venden en todos los sitios de Hungría.





Su historia comienza en 1968, el año que se empieza a fabricar y recibe su nombre, idea del profesor universitario Sándor Klein. Originariamente es un dulce soviético, su idea llegó a Hungría durante un viaje de estudios entre los países socialistas. Desde entonces se formaron varias versiones del dulce, y empezaron a fabricarlo diferentes empresas, pero el original, y a la vez el más popular tipo de Túró Rudi es el "con puntos rojos", al cual en Rumania y Eslovaquia lo pusieron en venta bajo el nombre de "Dots".



Realmente son muchas las cosas que echaré de menos de Hungría cuando ya no viva aquí, pero entre las primeras, indudablemente, estará el Túró Rudi.


domingo, 26 de abril de 2009

Traubisoda


Os presento este producto que me han descubierto mis alumnos del Instituto Fazekas Mihály de Debrecen. Se trata de un refresco ( me recuerda al Sprite) llamado Traubisoda. Se elabora en Debrecen (Hungría). Es una buena opción para apostar por los productos nacionales. Dos litros, 350 florines. Algo más de un euro.

viernes, 17 de abril de 2009

Sobre mi nombre...

Mi nombre, Vanessa, es la composición de un nombre y un apellido, concretamente del nombre y apellido de uno de los amores de Jonathan Swift el autor de los Viajes de Gulliver, Esther Vanhomrigh. En inglés el diminutivo de Esther es "Essa" y así, uniéndolo a la primera sílaba del apellido, resultó Vanessa, nombre con el que el escritor la llamaba cariñosamente.

En 1713, escribiría un poema en el que narraría sus amores con ella titulado "Cadenus and Vanessa".
Posteriormente le sería dado el nombre a una especie muy común de mariposa de la que se dice que se persigue con las de su especie en el crepúsculo o antes de una tormenta.


Egri Bikavér

Vista de la ciudad de Eger al noreste de Hungría

La región vinícola de Eger es una de las más importantes de Hungría junto con la región de Tokaj. De entre todos los vinos que aquí se producen el más conocido es el Egri Bikavér, o sea: Sangre de Toro. Este alcohol se obtiene por mezclar varias especies de racimos, con base formada por Kadarka y Kékfrankos. En 1997 se promulgó el código unificado de reglas que obligan a los productores de Sangre de Toro con el fin de que el vino sea de la mejor calidad. Según el código, para la producción de Egri Bikavér se utilizan mezclas de por los menos tres tipos de vid.


Existe una leyenda que intenta explicar el origen del nombre de este vino. La historia comienza en la ciudad asediada por los Turcos. Los soldados húngaros trataban de defender su pueblo, pero cada hora de lucha se volvían más débiles y con cada muerto les caracterizaba menos entusiasmo. Los Turcos subían por las murallas de la fortaleza cada vez más alto y alto, el aire olía de sangre y vibraba de los alaridos rabiosos, que poco a poco se convertían en el grito de la victoria "Alá, Alá". Viendo que la situación estaba muy peligrosa, el jefe militar húngaro István Dobó, decidió abrir los sótanos del castillo, para confortar sus tropas con el vino. El alcohol repartían las mujeres, que corrían entre los defensores con latas de estano rellenadas con el alcohol. Muy pronto después de probar el vino, ellas también se armaron y decidieron luchar al lado de sus esposos. Y los hombres, empinando el codo, se ensuciaron los bigotes y barbas con el vino tinto. Cuando los Turcos, que eran muy ingenuos y supersticiosos, vieron una sustancia roja que goteaba de las barbillas de sus enemigos, comenzaron a buscar la explicación de este fenómeno. La brevedad y valentía de los soldados húngaros aumentaba cada minuto, por que el alcohol calmó el medio de la muerte. Los Turcos pronto notaron, que los Magiares tomaban algo de las latas y era esta bebida que les daba una fuerza y potencia extraordinarias. Al final los musulmanes se dieron cuenta, de que evidentemente los Húngaros bebían la sangre de toro que les daba tanta solidez, resistencia, energía y rabia, porque eran éstos los rasgos que normalmente caracterizaban este animal. Se asustaron tanto, que rechazaron continuar la lucha y huyeron, y el vino servido por las mujeres adquirió una nueva denominación.

Otra leyenda, mucho más corta, explica, que los Turcos, siendo musulmanes, estaban prohibidos tomar alcohol. Pero cuando uno de ellos se atrevió a romper el tabú y probó el vino de Eger, desde entonces todos sus compatriotas empinaban el codo enganando a Alá, que era el sangre de toro lo que bebían y no el alcohol. Otros productos conocidos de esta región son: Egri Olaszrizling, Egri Leányka, Egri Tramini y Ottonel Muskotály.

La basílica de Santa María, en Cracovia


En el siglo XIII los burgueses cracovianos, que por aquel entonces constituían ya una clase poderosa, decidieron construir en el centro de Cracovia una grandiosa iglesia bajo la advocación de la Virgen María, para rendir gloria a Dios. La idea gustó mucho a todos por loq ue en poco tiempo fue posible reunir los fondos necesarios. Cada burgués, de buena gana, vaciaba su bolsa sin escatimar oro para un fin tan luminoso.

Comenzaron a buscar al constructor adecuado, alguien que no sólo fuera digno de tan grande y santa empresa, sino también que ortorgara esplendor al edificio gracias a la fama de su nombre.

Y sucedió por aquel entonces que llegaron a Cracovia dos hermanos constructores que habían edificado bellos y majestuosos palacios e iglesias en varios países, edificios que despertaban gran admiración por su arte. Sin vacilar se les ortorgaron las obras de la iglesia Mariacki. Pronto se pusieron manos a la obra.

La iglesia, que debía superar a todas las restantes en cuento a su altura, se construiriía en estilo gótico, para que sus esbeltas torres, apuntando al cielo, condujeran los ojos de los fieles hacia el firmamento divino. Entre tal alegría y la impaciente espera por ver terminada la construcción, nadie podía sospechar que unc rimen como el de Caín pudiera sellar con su sangrienta marca la Casa del Señor.


Comenzó siendo una inocente rivalidad entre hermanos surgida del reparto del trabajo, ya que cada uno de ellos debían ocuparse de la construcción de una de las dos torres. Para que ambos se aplciaran al máximo en la obra, hicieorn una apuesta que ganaría el primero de los dos que terminara su parte de la construcción. Y, efectivamente, mientras las torres de la iglesia Mariacki se hacían más altas y más bellas de día en día, alegrando mucho los corazones de los habitantes de Cracovia, la rivalidad entre los hermosos crecía de tal modo que cada vez se cruzaban miradas más llenas de inquina; así hasta que se olvidaron por completo del fin piadoso que debía guiar su obra.


Con vehemencia, uno de ellos completaba un piso tras otro, mientras que el hermano, mordiéndose los labios, trataba de ir a su paso. Por fin el mayor terminó su torre y para mayor resplandor la adornó con una corona dorada.

Para celebrarlo, invitó éste a su hermano a una fonda para tomar un vaso de vino. La conversación se acaloró y al cabo de pocas palabras, pronunciadas cada vez más alto, se transformaron en gritos. Al principio, los constructores se vanagloriaban con sus habilidades, pero al final comenzaron a echarse en cara dsus defectos en el arte de la construcción. El mayor se mofaba de la lentitud del menor, y el menos, pagándole con la misma moneda, le reprochaba la deficiente construcción de su torre.


De repente, para terror de todos los presentes, el hermano mayor cogió un cuchillo de la mesa y lo clavó en el mismo corazón de su hermano menor. Éste, después de emitir un gemino, se deslizó al suelo sin vida. El fraticida, paralizado ante su propio acto, miró un momento el cuchillo ensangrentado, enmudeció y después se dio a la fuga. Pero no tuvo tiempo ni de llegar a la puerta, pues en un abrir y cerrar de ojos, los comensales lo tomaron preso.

A causa de la hora, era imposible llevar al asesino ante el tribunal, por ello decidieron encerrarlo durante la noche en una de las capillas de la recién construida iglesia Mariacki.

Al día siguiente, juzgaron aprisa al fraticida y lo ejecutaron. Sin embargo, nada pudo borrar el recuerdo de aquel horroso acontecimiento, y toda Cracovia se vistió de tristeza por largo tiempo. Ningún constructor quiso terminar aquella torre sellada con una marca de sangre, por ello los concejales ordenaron rematarla tal y como estaba con un casco.


Fue así como la iglesia de Mariacki, con sus dos torres de diferente altura, se ha hecho una curiosidad arquitectónica de la ciudad. la memoria sobre la disputa de los hermanos constructores se ha conservado en forma de leyenda, porque por tan gran infamia sus nombres fueron borrados de todas las crónicas y todos los documentos. Durante siglos se mantuvo también la costumbre de que los condenados a muerte, antes de su ejecución, pasaran la noche en la misma capilla en la que el fraticida esperó su muerte, es por ello que esta capilla lleva el nombre de Capella Captivorum, Capilla de los Cautivos.


Se puede encontrar una huella más de aquel trágico acontecimiento. El instrumento del delito, aquel cuchillo con el cual el hermano menor fue asesinado, fue colgado de una cadena por la orden de los concejales en Sukiennice, para que, al verlo, las generaciones venideras fueran conscientes y estuvieran prevenidas de a qué puede llevar el desacuerdo y la envidia, también entre hermanos.

Hasta hoy día ese cuchillo permanece colgado en Sukiennice y, aunque consumido por la herradumbre, aún permite ver huellas de sangre en él.

(Cracovia legendaria, Ewa Basiura, Cracovia, 2006)